Son sólo segundos, escasos instantes, pero es ese momento entre tus brazos la miel más dulce que podría probar. Cicatrizan solas las heridas de guerra que países sin nombre dejaron en mi piel y en mi ser. Sin tiritas que las tapen descorchas el mejor de los vinos y, sin beberlo, me siento ebria y capaz de hacer cualquier locura con el olor de tu piel entre mis labios. Se abren las ventanas, las que nunca abrimos y las que esperan a ser abiertas y no echo en falta nada más que ese abrazo dure cuanto más mejor.