Un día, por casualidad se encontraron. Quién sabe cómo, sobre las teclas de un ordenador, en las cuerdas de una guitarra o en cualquier sitio vanal.
Ese día la mano izquierda se enamoró también y decidió que ni un cuerpo, ni unos brazos serían capaces de separarlas.

(El texto es original y tiene derechos de autor su utilización sin consentimiento y sin nombrar a la autora suponen una demanda inmediata)