lunes, 22 de febrero de 2010

Nadie

Había una vez una mano derecha enamorada de una mano izquierda. Día a día ansiaba acariciarla y entrelazarse con ella, pero la otra mano no sabía de su existencia ya que un cuerpo y unos brazos las separaban.

Un día, por casualidad se encontraron. Quién sabe cómo, sobre las teclas de un ordenador, en las cuerdas de una guitarra o en cualquier sitio vanal.

Ese día la mano izquierda se enamoró también y decidió que ni un cuerpo, ni unos brazos serían capaces de separarlas.





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