miércoles, 3 de septiembre de 2008

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Hay una parte de mí especial, diferente y sólo mía. Un día en el que lloré tanto que me dejé los ojos secos para siempre alguien me tendió un pañuelo. Pero no de esos pañuelos que en nada ya no puedes usar, sino uno que por más que utilice sigue teniendo uso.

El mejor día de una persona es ese en el que le regalan ese pañuelo, porque ese día sabe que sus preocupaciones se irán tan rápido como vinieron. Hay gente que espera toda su vida y, aunque pasan muchos pañuelos por sus manos, jamás encuentran el ideal.

De cuerpo entero; por tiempo completo.



(Tanto la fotografía como el texto son originales y tienen derechos de autor su utilización sin consentimiento y sin nombrar a la autora suponen una demanda inmediata)

1 comentario:

Juanjo dijo...

Qué suerte, haber encontrado ese pañuelo eterno. Un beso.